domingo

Él Engrandeció a la Mujer Cananea...Gracias a su Fé!

“Hay mucha frustración en el mundo porque hemos confiado en dioses...y no en Dios”



 “Él engrandeció a la mujer Cananea” (Mat 15: 21-28)

Una adolescente dominada por el demonio y su madre deprimida, vio la oportunidad de llegar a Jesús, pese al obstáculo de ser Cananea, pero Jesús no le respondió. Entonces ella se mantuvo, rogándole, y Jesús le respondió que era enviado a sus ovejas. Pero ella insistió, y Jesús le dijo que no podía dar el pan de sus hijos a los perrillos, y ella le replicó e imploró sin claudicar. Y el corazón de Jesús se conmovió y le dijo: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres”. Y Jesús la engrandeció y fue oída por su fé. Y su hija fue liberada.
Algo tiene que haber en nosotros para que Dios nos coloque en lo grande. Él engrandece a los que tenemos fe y creemos en Él, y permanecemos en Él a pesar de los obstáculos (ISA 40:8). Él nos llama para engrandecernos, pero nos pide que tengamos fe. Y cuando el Señor nos levante, nunca olvidemos darle la Honra y la Gloria. ¡Para la Honra y Gloria de Su Santo Nombre! ¡Amén!

Mat 15:21  Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.

Mat 15:22  Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: !!Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.

Mat 15:23  Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros.

Mat 15:24  El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Mat 15:25  Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: !!Señor, socórreme!

Mat 15:26  Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.

Mat 15:27  Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

Mat 15:28  Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. 

 Isa 40:8  Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario