“El tiempo pasa y nunca vuelve; sólo queda lo bueno y las lecciones que aprendimos de nuestros errores, para no repetir los fracasos que quedaron atrás”
La Palabra nos habla de Jesús, quien estuvo sujeto a sus padres y que comenzó a crecer y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría y la Gracia de Dios era sobre Él. Era un niño diferente que tenía un llamado especial, un propósito especial. Y dice la Palabra que todos los años asistía con sus padres a Jerusalén a la fiesta de la pascua. Cuando Jesús tuvo 12 años, se quedó en Jerusalén y sus padres, buscándolo, lo hallaron en el templo hablando con los doctores de la ley, y éstos estaban maravillados de la profundidad de las ideas y los conceptos a su edad.
Jesús tenía 12 años y sorprendía y los confundía. David tenía 17 años cuando mató a Goliat y 30 años cuando fue rey de Israel. Cuando José tenía 17 años comenzó el peregrinaje de la crisis en Egipto y pasó cuando cumplió 30 años. A la edad de 12 años Manasés llegó a ser rey de Israel.
Jesús a los 12 años ya era una persona madura. El número 12 nos habla de un tiempo corto para que llegue la bendición de Dios a nuestros hijos… ésta no se va a demorar 15 o 20 años. Dios hará un toque de su presencia a nuestro hijo, la Gloria de Dios llegará a nuestro hijo y ese hijo alegrará nuestro hogar. El tiempo es corto y Dios hará grandes cosas con nuestros hijos y ellos alegraran nuestro corazón, ¡Para la Honra y la Gloria de Dios! ¡Amén!
Luc 2:40 Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
Luc 2:41 Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua;
Luc 2:42 y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta.
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