“El arrepentimiento es el único proceso en mi vida que me permite
experimentar la paz y la tranquilidad perdidas, amando a Dios y a mis
semejantes”
“Salomón sembró y la puerta se abrió” (2CRO 1: 3-7)
Salomón
es un hijo de David y es nombrado rey de Israel. Destruyó a los
principales enemigos que su padre había tenido y que se habían vuelto
enemigos también de él, fueron derrotados y Salomón consolidó su
reinado. Va a Gabaón y lleva mil holocaustos, eran sacrificios delante
de Dios por el pecado. Los presenta delante del Señor y Dios lo perdona.
Y aquella noche Dios le dijo: “Pídeme lo que quieras que yo te dé”.
Cuando Salomón tomó esos mil holocaustos como un acto de arrepentimiento
y sembró limpieza, la puerta se abrió y Dios le dio sabiduría, ciencia y
riquezas.
Cuando
limpiemos nuestro corazón y nos apartemos del mal, del pecado, de la
mentira, de las pasiones carnales sucias, la puerta se comenzará a abrir
para nosotros. Sembremos nuestra vida y alejémonos del mal y veremos
que también la puerta se nos abrirá. Salomón sembró y la puerta se
abrió. Como Salomón sembró, sembremos limpieza y santidad y esperemos
que también la puerta se nos abra… ¡Para la Honra y la Gloria de Dios!
¡Amén!
2Cr 1:3 Y
fue Salomón, y con él toda esta asamblea, al lugar alto que había en
Gabaón; porque allí estaba el tabernáculo de reunión de Dios, que Moisés
siervo de Jehová había hecho en el desierto.
2Cr 1:4 Pero
David había traído el arca de Dios de Quiriat-jearim al lugar que él le
había preparado; porque él le había levantado una tienda en Jerusalén.
2Cr 1:5 Asimismo
el altar de bronce que había hecho Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur,
estaba allí delante del tabernáculo de Jehová, al cual fue a consultar
Salomón con aquella asamblea.
2Cr 1:6 Subió,
pues, Salomón allá delante de Jehová, al altar de bronce que estaba en
el tabernáculo de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos.
2Cr 1:7 Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé.
No Olvides Dar Me Gusta!
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