“La
razón por la cual las oraciones no traspasan el umbral celestial y no
llegan a Dios, es porque no has estado dispuesto a perdonar”
“Salomón y la grieta de la adoración” (SAL 127: 1-4)
Salomón
fue un hombre que Dios honró y colocó en una posición muy alta. Salomón
tenía las puertas abiertas desde el comienzo de su reinado. Dios le dio
sabiduría riquezas y posición, le dio victoria sobre sus enemigos y las
naciones vecinas. Construyó el templo y lo dedicó a Dios, construyó su
casa y otros edificios que hicieron parte de su nación Israel.
Al
paso de los años Salomón comenzó a tener una grieta en su vida que lo
fue venciendo: la adoración. Salomón no fue un adorador de Dios, los
salmos 127 y 72 fueron cánticos graduales para Salomón y son los únicos
en el libro de los salmos que tienen que ver con Salomón. Pero no son
atribuidos a Salomón sino dedicados a Salomón. No nacieron del corazón
de Salomón, porque no tenía un corazón de adorador. Él no colocó en el
templo adoración, y quitó los cantores, quitó los 288 directores de voz,
y quitó las familias cantantes del Templo…
Adorar
no es solo cantar o tocar un instrumento, es mas allá; la adoración y
la alabanza son una relación íntima con Dios. Adoremos a Dios en
cualquier lugar y así nuestra vida se mantendrá recta y bendecida
delante del Señor Jesucristo, y nos conservaremos firmes caminando con
Dios, ¡Para la Honra y la Gloria Suyas! ¡Amén!
Sal 127:1
Cántico gradual; para Salomón.
Si Jehová no edificare la casa,
En vano trabajan los que la edifican;
Si Jehová no guardare la ciudad,
En vano vela la guardia.
Sal 127:2 Por demás es que os levantéis de madrugada,
y vayáis tarde a reposar,
Y que comáis pan de dolores;
Pues que a su amado dará Dios el sueño.
Sal 127:3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
Sal 127:4 Como saetas en mano del valiente,
Así son los hijos habidos en la juventud.
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