"No basta desear la paz, es preciso construirla a partir de la propia vida"
“La fe y la adoración” (HEB 11: 20-22)
“La fe y la adoración” (HEB 11: 20-22)
La fé está viva y presente en la Palabra de Dios. Isaac fue un hombre de fé y eso lo llevó a bendecir a sus dos hijos: Esaú y Jacob; pero Esaú rechazó la bendición de su padre, por eso fracasó, y Jacob triunfó. Cuando Jacob estaba anciano, habiendo tenido golpes duros en su vida, desengaños, dolor, tristeza, aflicción; estaba lleno de fuerza espiritual, y apoyándose sobre el extremo de su bordón e inclinándose, a pesar de sus años, adoró al Dios que lo había guardado desde el día en que tuvo memoria hasta ese momento. Y estando muriendo, bendijo a cada uno de los hijos de José, a sus dos nietos. Su fe lo llevó a adorar y por eso su vida fue de bendición.
Aquí la adoración no solamente se circunscribe a estar en un templo y a tener instrumentos para hacerlo, sino que va más allá del sitio geográfico y de los implementos que tengamos; es una actitud del corazón… La fe debe llevarnos a adorar a Dios.
Si estamos atravesando momentos duros, si estamos entristecidos o enfermos, si sentimos que la vida la perdemos; a pesar de las circunstancias, debemos a adorar al Dios que hasta hoy nos ha mantenido con vida.
Adorar a Dios unido a la fe, se nos convierte en una herramienta de victoria, por eso Jacob murió en bendición. Pidámosle al Señor que nos enseñe a adorarle: cuando nos despertemos, cuando nos levantemos, cuando nos bañemos, cuando nos desayunemos, cuando vayamos en el carro, caminando, en el trabajo, cuando nos acostemos y cerremos nuestros ojos para dormirnos, en la madrugada… tengamos una actitud de adoración, de entrega a Dios, porque si unimos la fe a la adoración el diablo no podrá derrotarnos y obtendremos la victoria que tanto anhelamos ¡Para la Honra y la Gloria de Dios! ¡Amén!
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