"El ser humano, si muere luchando, vence; pero, si abandona la lucha, es vencido"
“Una mujer de fe” (1SAM 1: 9-12)
Ana, una mujer seria, honesta, de respeto, digna de admirar; tiene dos facetas, la del dolor, porque su hogar se destruye ya que no le puede dar hijos a su esposo Elcana. Su esposo consigue otra mujer que le da diez hijos, y durante todo ese lapso de tiempo, el corazón de Ana se llenaba de dolor, odio, amargura y resentimiento contra Elcana.
Pero un día Ana cambio de actitud y se recompuso, y decidió ir a la casa de Dios y llena de fe, fue a pedirle un hijo e hizo voto a Dios. Estaba llena de Dios, porque ella tenía un concepto muy grande de Dios, y el Señor le dio seis hijos; uno de ellos fue el profeta Samuel, hombre de testimonio, sacerdote, gobernador y profeta. Y el corazón de su esposo volvió a ella, y el hogar fue reconstruido.
El Dios de Ana es el mismo Dios nuestro. Llenémonos de fe, ya no reneguemos, no busquemos la manera de vengarnos; cambiemos de actitud, acerquémonos a Dios. Volvámonos personas de fe, desarrollemos fe, y pongamos delante de Dios nuestros sueños, nuestros compromisos, nuestro hogar…
Extasiémonos viendo la naturaleza, su magnificencia y Poder, y digámosle al Señor: que así como Él ha hecho todas estas maravillas, sabemos que nos levantará de esta crisis y nos darás muchas cosas, aún más de las que necesitamos. Declarémonos personas de fe para que el Señor nos de la victoria. ¡Para la Honra y la Gloria de Su Santo Nombre! ¡Amén!
1Sa 1:9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,
1Sa 1:10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.
1Sa 1:11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
1Sa 1:12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.
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